Siempre he tenido un problema identitario, siempre me quedo a cuadros cuando me preguntan: ¿y tú qué eres? La identidad no es una cuestión simple y, además, he llegado a la conclusión de que me importa poco la identidad nacional. Tengo el gran privilegio de ser bilingüe, no lo cambiaría por nada. Poder comunicarse en dos lenguas sin haber hecho un gran esfuerzo por aprenderlas es un regalo. Lo sé porque he aprendido una tercera lengua, y dominarla me ha costado muchas horas de estudio y práctica. Me siento muy afortunada de haber recibido la tan denostada “inmersión lingüística”. Por favor, no creáis todo lo que os cuentan.
¿Pero quién soy yo? El cómico Matt Bellassai cuenta en una clase de Skillshare de lo más divertida, sobre contenido en redes sociales, que la identidad es quién eres y la voz, cómo te comunicas. Verbalizar quiénes somos puede ser un ejercicio complejo, así que nos hizo redactar una lista de quince atributos identitarios, sin pensar mucho, qué era lo primero que nos venía a la mente al pensar en nosotros.

Esta es mi lista, que no redacté en ningún orden determinado, porque la garabateé en una página de mi sketchbook a modo de lluvia de ideas en remolino, ni siquiera puedo discernir qué palabra escribí primero, ni cuál está en el centro. La lista la escribí en inglés, pero al lado os pongo la traducción:
Fat and fabulous / Gorda y fabulosa
Music and concerts / Música y conciertos
My feminism / Mi feminismo
Independence of Mind / Independencia mental
Family / Familia
Watching movies (I miss going to the cinema) / Ver pelis (echo de menos ir al cine)
BOOKS and being a former bookseller / LIBROS y haber sido librera
Love / Amor
Dog Mom / Mamá perruna
My sense of humor / Mi sentido del humor
My love of learning / El amor al aprendizaje
#DeadRussianAuthors / #Autoresrusosmuertos
ART & now making it / ARTE & ahora crearlo
Talking to people / Hablar con la gente
Writing stories of Pop Fantasy & Gorey Love / Escribir historias de Fantasía pop y Amor gore
Cualquier elemento de esta lista me define mucho mejor que mi procedencia, mi edad, o mi horóscopo. Por supuesto, la cultura y el lugar donde naces te da una serie de privilegios o desventajas, te marca y construye tus experiencias, te acerca más o menos a una literatura, un folklore, una tradiciones, etc. Pero yo soy de la opinión de que he nacido aquí por azar, así que tampoco siento ni placer ni deber en enarbolar una cierta bandera.

Me considero una persona creativa, feminista, que reclama su derecho a existir en su cuerpo no normativo. Adoro a mi familia (y aquí incluyo a ciertos amigos) y a mi pareja, amo a mis perros. No diría que soy soñadora, pero sí fantasiosa, necesito poner en práctica la imaginación y trasladarla en cuentos e ilustraciones. No puedo vivir sin la cultura, me empeño en defender a los autores rusos muertos. Los libros, las películas y la música me han formado tanto o más que los estudios académicos. Me gusta hablar con todo el mundo, me divierte hablar con los vecinos, sobre todo los de más edad. Sobre todo, soy una persona muy curiosa, a la que le gusta aprender.
Esa identidad es la que se cuela en mis textos. En cuanto a mi voz como escritora es claramente la de una mujer que escribe cuentos fantásticos ambientados en realidades cotidianas, o de la que cuenta sus experiencias disfrazadas. En mi voz entran las nuevas diversidades sociales que son sobre todo animales parlantes que reclaman la visibilidad en el mundo. Influenciada por lo mucho que me ha costado amar mi cuerpo, en mis historias siempre hay muchos cuerpos, o trozos de ellos: corazones saliendo de un bolso, personajes que aparecen por pedazos, vísceras… El gore suele ser un género humorístico, para mí, además, es un género romántico. También se cala la música y la gente real, como ya he comentado en alguna ocasión, he convertido a personas reales en personajes.
Sin embargo, me gustaría puntualizar que la voz de una escritora se puede modular, va cambiando y mutando, es un instrumento experimental. Como cuando una actriz debe interpretar un papel donde tiene que adoptar un acento que no es el suyo. Tengo un acento para escribir los textos de mi blog, y otro para mis cuentos. La circunstancia y el ánimo también pesan mucho en el tono de la escritura. Podemos profundizar más sobre ello en futuras entradas. Pero, por ejemplo, En las motos, que podéis leer en Orsini Mag (es una causa benéfica, ¡apoyadla!) es quizá mi voz más desesperada y herida, y en cambio, en Mamarracha (sí, menciono esta historia con demasiada frecuencia) se trata de mi voz más alegre y despreocupada, la que baila y salta en Sidecar una noche de concierto.
La identidad influye mucho en esa voz, pero no a la inversa. A mí edad, la identidad ya es materia inmutable.
[…] sus experimentos y trabajos, y sus experiencias. Como ya os hablé algo sobre mi identidad en esta entrada, hoy me gustaría dedicarme a los […]
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